jueves, 8 de diciembre de 2011

31 años sin su magia...

Un 8 de diciembre,  hace 31 años, Mark Chapman asesinó a John Lennon en la puerta del edificio Dakota, en la ciudad de Nueva York. El rock perdía a su máxima figura y un mito viviente pasaba a la eternidad.
Antes de esos cinco balazos, hacía solamente tres semanas, había lanzado lo que sería su último disco Double Fantasy.  Ya había revolucionado al mundo formando parte del grupo más importante e influyente de la música popular. Se había reinventado como solista (y junto a su esposa Yoko Ono) con una obra igualmente valiosa. Ya había compuesto también, entre muchas piezas maestras, lo que hoy se considera como la mejor canción de la historia, el himno pacifista "Imagine".
También había convertido una trágica historia de vida (fue abandonado por su padre de pequeño, su madre murió trágicamente durante su adolescencia) en fuerza para seguir adelante.
31 años después, aun persiste su magia en nuestros oidos...por siempre....

lunes, 5 de diciembre de 2011

Otro delirio en Tandil...


Con tres temas al hilo de "el perfume de la tempestad", el último disco del Indio: "Todos a los botes!", "Satelital" y "Chante Noire" comenzó el show el pasado fin de semana en Tandil, con la potencia técnica de un show internacional como el de Pearl Jam en La Plata o los Chili Peppers en River, sólo que en Tandil.
Detrás y a los costados, unas pantallas gigantes transmiten el show en HD y consumen las imágenes en un fuego digital. Ahí abajo, unas 80 mil personas de todo el país, una multitud de músculos transpirados, se amontonan contra las vallas, en un horizonte de cuerpos que no se termina.
Y ahí arriba, a unos pocos metros, el Indio Solari, el nervio vital de todo esto, no necesita hacer demasiado para encantarlos. Tiene una camisa cuadriculada azul y blanca, unos pantalones celestes, y un despliegue escénico mínimo que le alcanza para encantar a las masas: una colección de pasos que va a ir repitiendo a lo largo de la noche, el giro sobre sí mismo con los brazos extendidos, unas patadas que acompañan la melodía y la mímica de los versos.
Después de todo, nadie espera más que eso: verlo a él. La misma calva reluciente, la mirada blindada de unos anteojos oscuros, el registro urgente y a la vez mítico de su voz, una poesía construida con eslóganes oscuros que parecen contener más información de la que uno llega a comprender y la emoción instantánea de los clásicos de los Redondos, que son todos, en un setlist que esta noche va a estar basado en sus álbumes solistas y en la memorabilia ricotera que el Indio suele darle el gusto de tocar en vivo a sus músicos, que suelen sugerir qué tocar.
Detrás de él, sobre una estructura elevada un metro sobre el resto del escenario, están las baterías de Hernán Aramberri y el ex ANIMAL Martín Carrizo protegidas por paredes de acrílico, el bajista Marcelo Torres entre las dos, los teclados y sintetizadores de Pablo Sbaraglia, la sección de brass con Sergio Colombo en saxo y Miguel Tallarita en trompeta y trombón, Marcelo Torres en bajo,y Debora Dixon y Luciana Palacios en coros. Y debajo, frente al público y flanqueando al Indio, hay un frente de guitarras con Gaspar Benegas y Baltasar Comotto, dos violeros con un poder de fuego arrollador. "Es una banda de la puta madre", va a decir el Indio dentro de un rato.
Ayer a la tarde, la banda probó sonido y su potencia se escuchó en toda la ciudad. El Indio cantó un par de temas y quedó satisfecho con el sonido de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. "Esto es muy cool, es muy cogote", dijo, citando el video que se viralizó en internet hace un par de semanas. Y esta noche, ahí afuera, una ciudad que podría tener su nombre se levantó sobre Tandil: casas convertidas en negocios para comprar cerveza, veredas llenas de parrillas con chorizos y patys asándose a fuego lento, remeras con su cara y sus canciones sonando a todo lo que da y un flujo de 45 millones de pesos inyectado en la economía de la ciudad.
 "Quiero dedicarle este show a mi hijo Bruno, que cumple años. Es algo personal, disculpen, pero tenía la necesidad de hacerlo", dice el Indio, antes de terminar la primer parte del show con "Un angel para tu soledad" y "Vuelo a Sidney". Después vendrá una segunda parte en la que Pablo Sbaraglia se va a sumar con una guitarra acústica a Benegas y Comotto, para clásicos ricoteros como "Ñam fri fruli", "Nueva Roma" y "Juguetes Perdidos", con la sección de brass dándole ese brillo épico que es, en buena medida, el legado de los Redondos al rock nacional. El show va a durar casi dos horas y media, y va a terminar con la promesa de reencontrarse en septiembre o diciembre en alguna ciudad de la patria y con disco nuevo. Y va a terminar como siempre termina. "Bueno, a ver si una vez más hacemos temblar una ciudad", va a despedirse el Indio, antes de que empiecen a sonar los primeros acordes desolados de "Ji ji ji"....